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El refrigerante es un líquido encargado de regular las temperaturas del motor. Posee un amplio rango térmico (desde los menos 30 grados centígrados hasta aproximadamente 140 C) evitando el calentamiento excesivo del motor y el riesgo de congelarse en temperaturas muy bajas para que no afecte ni el circuito o incluso el bloque del motor. Por ende, el refrigerante trabaja a una temperatura estable, a su vez lubrica, limpia y protege todas las piezas del sistema de refrigeración manteniendo el buen funcionamiento del motor.
Es recomendable revisar el refrigerante cada 20.000 kilómetros o lo que indica el fabricador debido a que este líquido está formulado a base de un compuesto llamado etilenglicol que al estar en un mal estado, pierde sus propiedades con el uso y con el tiempo ocasionado una avería que puede ser muy grave para el sistema del carro. Debemos renovarlo cada 40.000 kilómetros o cada dos años para estar seguros de que tenga un óptimo rendimiento.
Las fugas del refrigerante son detectadas con facilidad debido a que uno de sus componentes es el colorante, color llamativo para detectar cualquier fuga posible.
Lo primero que se debe de revisar es la presión de la tapa donde se coloca el refrigerante ya que es una de las causas más comunes debido a que si falla la presión, este líquido puede evaporarse. Aunque pueden existir otras causas de fuga de mayor complejidad, por medio de una manguera o abrazadera, una pérdida de líquido por la cámara de combustión, en el cárter del motor u otros. Debes verificar si el líquido baja con rapidez. Lo más recomendable es llevarlo a un taller mecánico especializado.
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